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DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES

Ingresamos al mes de octubre e ingresamos al mes de las misiones. Todos los años, para este mes, las Obras Misionales Pontificias llevan adelante el denominado Octubre Misionero, dentro del cual, en el tercer domingo mensual, se realiza la Colecta Mundial por las Misiones en todas las parroquias, comunidades y colegios católicos del mundo; este dinero pasa a formar parte del Fondo Mundial para las Misiones, en vistas a ayudar económicamente a las empresas y proyectos de la Iglesia en las tierras de misión. No es esta colecta un mero aporte monetario, sino que se propone una colaboración en la comunión, o sea, que todas las Diócesis del planeta se sientan corresponsables del anuncio del Evangelio y pongan en común sus bienes (humanos, espirituales y materiales), sin identificar entre Iglesias pobres e Iglesias ricas, entre Iglesias dadoras e Iglesias receptoras. Es una invitación al compartir, porque como afirma Aparecida, citando al documento Christifideles Laici: “La comunión y la misión están profundamente unidas entre sí… La comunión es misionera y la misión es para la comunión” (DA 163).
Es importante resaltar que la colaboración con las misiones nunca puede ser sólo dinero, sino sentimiento de corresponsabilidad. Retomando el Documento de Aparecida, y ateniéndonos a su mirada de la misión como una comunicación de vida, nos es más fácil ver el sentido totalizador de la misión. Porque puedo firmar un cheque por una cifra gigante, pero jamás orar por un misionero; puedo abrir una cuenta bancaria en beneficio de una zona empobrecida, pero nunca interesarme en la realidad concreta de esa zona y plantear la necesidad de una promoción humana sostenida en el tiempo; puedo depositar en un sobre una cantidad estrafalaria de dinero, pero ninguna vez plantearme mi vocación y preguntarme si Dios no me está pidiendo a gritos que lo deje todo para servirlo en otra tierra, en otra cultura, en otros pueblos. La misión para comunicar vida implica creer que la misión es tanto el anuncio del kerygma, como la promoción humana, como la oración de intercesión, como la ayuda económica, como el ofrecimiento de los dolores, sacrificios y sufrimientos por la misión, como la animación misionera, como informarme de lo que sucede en las tierras donde la Iglesia comienza a implantarse, como formarme en y para la misión. Evangelizar es afectar la totalidad de la propia vida y transmitir esa vida afectada por Cristo a otros para que ellos también se totalicen en Él.
Importa tanto mi vida como la del otro, y por eso quiero compartir mi fe, por eso creo que Jesucristo es el mejor regalo que puedo dar. No hay mayor don que el amor de Dios. Hernán Yamunaque Zapata, catequista de la Parroquia Inmaculado Corazón de Perú, lo expresa con una oración muy bella: “Padre, aquí está lo que te había ofrecido, este corazón lleno de Amor, permíteme que lo pueda compartir con mis demás hermanos”. El misionero debe ser profeta del amor, debe desear ardientemente compartir el amor divino que lo rebosa, porque es tan grande su felicidad, tan inmensa su esperanza, que considera una grave falta no comunicarla.
 

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PARROQUIA Y TEMPLO EXPIATORIO DE SAN CRISTOBAL. DIOCESIS DE ECATEPEC
 
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